viernes, 30 de agosto de 2013

Otoño



El verano casi ha terminado y pronto llegará el otoño, caerán las hojas y los árboles se travestirán, convirtiendo el verde en amarillo y el amarillo en marrón.  
El aire se llenará de humedad y abriremos los paraguas que tarde o temprano se llevará el viento. Y entonces empezará un nuevo ciclo, muy pronto, que durará unos meses o quizá, según con que ojos se mire que cambiará las cosas para siempre. 

Con el otoño vendrán nuevas responsabilidades, más adultas... y las películas de Bridget Jones y Planes de Boda se quedarán de lado. 

El tiempo pasa, de eso no me cabe duda, no obstante, me siendo estancada en las mismas dudas de siempre. Pienso que mi madurez pende de un hilo tan invisible que, sencillamente, es inexistente mientras sigo siendo la chiquilla inmadura de siempre. 

Este verano ha sido un verano intenso. He llorado largas noches y me he atormentado largos días, total para seguir en esta inercia, porque sí, es inercia, que me lleva hacia adelante, porque no se puede ir hacia atrás. 
Y aunque los árboles muden sus ropajes yo sigo vestida con mis miedos. 

De todos modos, algo he cambiado. Cometo las mismas imprudencias de siempre, quizá, pero algo dentro de mí tiene que ser distinto. A la fuerza debe de serlo. ¿El qué? bueno... de eso ya no estoy tan segura. 

Creo que durante años me autoconvencí de que había llegado a un punto tal de comprensión de mi propia persona que ya no podría llegar a conocerme más ni mejor; sin embargo me he dado cuenta de que esa persona que a los once años se proclamo íntegra, ya no existe más. Ahora soy una yo distinta, más adulta, más asustada.

Ojalá en la vida las cosas fuesen como en las películas "sentimentaloides" que tanto me gustan. Pero creo sinceramente que parte de su éxito reside en que el final llega justo al principio, en el "happy ever after" y... ¿qué hay después?
La convivencia es la parte que se suprime en esas películas, porque nadie quiere ver los problemas reales. Para eso ya están las experiencias propias. 

No sé... creo que tengo ganas de que llegue el otoño, porque me gusta el olor a tierra mojada y los colores amarillentos de los árboles. 
Me gusta que llueva aunque se me rice el pelo (y eso me desquicia) y me gustan las botas que tengo cuando pisan las hojas mojadas. 
Me gustan los helados cuando hace frío y aunque octubre ha sido siempre un mes que no me ha llegado a gustar del todo,con el tiempo se ha convertido en en un mes de bellos recuerdos, que ahora me sacan una sonrisa un tanto melancólica. 
Me gustan las patatas fritas entre hojas de estudio, aunque no soporto tener que madrugar. 
Pero... no sé, me gusta la magia del otoño y los cambios y las decisiones, sean acertadas o no, que me depararán. 

La emperatriz de los sueños (con una felicidad melancólica)


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