martes, 27 de septiembre de 2011

*

Es tan triste que solo me queda hablar de amor y soñar en color verde turquesa...



Sonríe, por lo que aún queda por descubrir :)

La emperatriz de los sueños

domingo, 25 de septiembre de 2011

Porque...


El calor fluye por mis venas, me asfixia y me envenena, quizá porque subo corriendo hacia el cielo, buscándote a ti.

Porque después de un instante, todo ha vuelto a ser como siempre; sin importar el olor a tabaco o las repentinas borracheras, sin preocuparnos de tus historias de mitómana confundida.

Porque era como cuando eramos niñas y aún no estábamos las tres juntas, porque entonces, en la sala de estar, revoltosas en el sofá, con él en medio, todo era tan simple como soplar la vela y pedir el deseo, al fuego, que nunca nos llegó.

Porque sigue siendo como cuando nos ahogábamos de risa, sin importar cuantas veces nos ahogamos ahora boca abajo y en mis brazos. Porque tú me proteges de los peligros que no existen, mientras yo me enfrento a los reales; a mis fantasmas de Gaudí.

Porque sigo sin saber montar la escultura de mi destino sin idealizar mi futuro inventando, Porque al fin he aprendido a hacer lo que no supe de niña. Porque aprendí a soñar con él sin alejarme de vosotras, que fuisteis mi centro.

Porque sigue existiendo el maldito karma, concentrado en nuestras sonrisas.
Porque de vez en cuando sigue siendo como cuando yo no supe que hacer, y deseaba acabar con todo, y tú estabas allí para decirme: "Hoy me escondo en mi maldito cubo de la basura, para no verte más amor"

Porque aunque hemos vivido, tanto y tan poco, sigue siendo como cuando aprendimos andar.
Porque al fin y al cabo, nuestra vida es un camino de pasos infinitos, en el que nos encontramos la una con la otra.

Porque hoy seguimos siendo las niñas de siempre, aunque ahora todo haya cambiado...

La emperatriz de los sueños

jueves, 22 de septiembre de 2011

Triste (mejor no preguntar...)


Duele comprobar que aún hoy sigo abrazada miedos.
Duele, sentir el pecho oprimido y las lágrimas agolpadas cada vez que la vida nos da mil vueltas y no nos da la oportunidad de cambiar el rumbo.
Duele sentirse como la niña que aún sigo siendo, perdida y oculta, bajo las sábanas de la casualidad, que un día permitió nos encontráramos.
Duele no sentirme dueña, ser confusa y confundirme. Desvaratarle los planes al destino, para desvaratar mis propósitos infructuosos. Dejarlo todo a medio comienzo por miedo a que llegue el final.

Ser consciente de que aún, siento que las únicas palabras que puedo dedicar, son aquellas que dicen cuanto necesito decir y cuanto quisé en su día callar.
Darme cuenta, de que el mundo a dejado de tener sentido, simplemente porque me siento triste y asustada, y me cuesta procesar que tú aún me grites cuando yo lo hago todo mal.

Saber que fuimos capaces de darlo todo y quedarnos sin nada.
Destruir cuanto construimos, como la torre de naipes que fueron nuestros destinos ocultos, que poco a poco desempolvamos, como las páginas de tu libro abierto.
Observar que duele, porque ya todo está perdido, y que nuestras palabras, no son sino fruto de nuestra propia incomprensión, de nuestra inutilidad ante la vida; de que un día nos asustamos y al salir corriendo ya no tuvimos tiempo de volver atrás.

Darnos cuenta de que un día todo fue bien porque comenzamos, y ser absurdamente conscientes, de que si todo salió mal fue por ése innegable miedo que nos invadió a que pudiese acabar. Y ahora que todo ha acabada, lo único que podemos decirnos, es que duele y aferrarnos a lo único que nos queda...

Saber que todo lo que perdimos fue por miedo a perder, me duele tanto a mí, como te dolió a ti perderme.





miércoles, 14 de septiembre de 2011

El cuento de los hermanos Grim



Aún recuerdo las veces qué reímos observando de reojo las absurdas cartas adolescentes que contaban el amor que se procesaban dos borrachos inconexos.
Recuerdo las veces que dijiste que "el amor es una ilusión preparada para engatusar a los sedientos que andan a la deriva en los caminos de un desierto ajeno"

Recuerdo como descubrimos nuestro error, al descubrir que los hermanos Grim no recogían cuentos, sino nuestra historia. Como revoloteaban a nuestro alrededor los sueños, palpables, que nos impulsaban a seguir volando.

Cuando dijiste que "escribir con el alma era decirme te quiero. Por eso escribo", cuando comprendimos que todo tenía un sentido. Excepto los cubos de Rubik, que nunca me enseñaste a hacer... Recuerdo que ya solo queda la leve alusión a que un día formamos un algo especial, que iba más allá de las cartas o de los cuentos que tú me contabas, para que yo creyese que me amarías un día más. Como a Scheherezade en las mil y una noches, nuestro amor duró cuanto duró tu cuento, que no era sino el mío.

Cuando te cansaste de escribir lo hiciste también de tenerme en cuenta, porque a fin de cuentas, y para qué hablar más, la razón de que existiese nuestra historia era que ambos estábamos predestinados a ser dos. Un tú y un nosotros.

Por eso, después de todo, aún guardo el secreto de los hermanos Grim...


miércoles, 7 de septiembre de 2011

Ni Romeo, ni Julieta


Hicimos creer que la vida era una obra a interpretar.
Que el libre albedrío podía existir entre tus sábanas y las mías.
Que destruir los sueños era un placentero pasatiempo, en el que ni tu ni yo supimos como entender las reglas; nos inventamos el infinito por el puro placer de experimentar con la posibilidad de no llegar nunca, de desentrañar nuestro agujero negro en el abdomen.

Claro que yo aún creía en ti, y que cambiar era posible.
Que merecía la pena dedicarte la primera y la última estación y no pararme en el andén de tus besos dormidos.
Claro que yo aún pensaba que mis sueños se harían realidad si tú interrumpías los tuyos, pero ya sabía yo que ¡tú estabas hecho de imposibles!

¡Cómo añorabas no saber contar estrellas!, por eso te dedicabas a contar lágrimas de cristal.

Te gustaba el sirope de chocolate y pringarme a mí con tus esbeltos dedos, recorrer mi espalda y dedicarme uno de esos sueños a los que no te dignabas a renunciar ni siquiera por mí, que se suponía era tu Julieta.
Pero claro... tú no eras mi Romeo ni te dedicabas a observarme en el balcón.

Hicimos creer que ser dos era cuestión de uno, y que valía la pena escribir nuestro cuento en nuestro tintero de papel, derramar nuestra sangre en palabras que decían que algún día tú y yo volveríamos a ser uno.
Nos engañamos tanto como pudimos, para aprovechar a hacernos el amor. Pero quizá nunca supimos realmente qué significaban nuestras íntimas expresiones, quizá por eso cuando renunciaste a tus sueños, yo comencé a tener los míos y aprendí a volar.

Quizá después de todo ni Romeo ni Julieta estaban echos el uno para él otro y por eso tú y yo acabamos matándonos de amor.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Cuanto


Me he dado cuenta de que no puedo ceñirme a mi propia incomprensión, de que ya no le tengo miedo a lo que podamos decir de nosotros mismos. Que a fin de cuentas me has acompañado siempre por los lindes más irreconocibles,me has guiado y apartado de todo cuanto yo debía de temer y no obstante, me has dejado entrever, todo cuanto me asustó alguna vez.

Tengo la impresión de que posiblemente, esto es lo que quería y cuanto ahora necesito, de que quizá, nuestra historia tenía que contarse, tarde o temprano. Que no podía callar cuantas veces me hiciste daño, y cuantas yo caí en tus enredos otra vez. Como la tonta que fui y sigo siendo...

Pero ahora, me he dado cuenta de que ya no me importa caerme si sé que tarde o temprano me voy a levantar, porque a fin de cuentas, desde la tierra hay tan buenas vistas o mejores incluso que a metro setenta.
Me gusta la foundue en tus labios, ya lo sabes...

Sé que puedo decirte cuanto quiera, cuanto necesite, cuanto ansíe... que tu me lo reprocharás diga lo que diga y que a pesar de todo no vas a cambiar nada. Ya forma parte de nuestro ritual de atenciones. Forma parte de nuestros desajustes hormonales...


En el fondo me sabe bien tenerte sin tenerte miedo. Sin tener que controlar lo que digo. Me gusta saberme incompleta y que tú me complementes. Me gusta la miel de tus palabras... ¡Yo siempre me he sentido tan abeja!, siempre a rayas y a cuadros...

Dime cuando descubriste que hacer el amor de noche era cosa de película. Dime cuanto...