Me he enamorado demasiado de esta imagen
Un aguijonazo en el pecho, que clamaba justicia. Una chispa de duda, terror e inseguridad.
Era un hambre que devoraba por dentro. Que hacía temblar, llorar. Que desmembraba al hambriento.
No eran más que pensamientos fugaces que se arremolinaban en las fauces de la angustia. Eran tiempos difíciles que parecían no terminar nunca. También eran las charlas internas; esos debates en lo que las culpas siempre eran del que hacía las preguntas. No era nada más que un leve temor que poco a poco se hacía más grande.
Era un niño hambriento que se agazapaba en un rincón oscuro de la plaza del pueblo. Era enclenque, pero estaba sano. Era insano pensar que en algún momento llegaría a crecer si no moría antes. Era triste pensar que tal vez viviese dentro de sí para siempre.
No era más que una infección de estómago que iba devorando las tripas. No era más que un miedo fehaciente. Nada más que una pesadilla fugaz. Nada más que unos celos insanos, por perder a una persona que no sabía querer bien pero que quería tanto.
No era más que el eco de un amor que dolía fuerte en el pecho.
***
No estoy segura de si esto debería ponerlo aquí o en "escarcha en la mirada" porque no es en primera persona, sino en tercera.
Bueno, no importa.
La emperatriz de los sueños
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