domingo, 7 de febrero de 2016

Es curioso


Siento un nudo en la garganta y noto como le cuesta pasar a la saliva. El corazón me late a mil por hora y mis dedos, inseguros, están temblando. Quizá exagero, pero apostaría que tengo miedo. No paro de equivocarme mientras tecleo y eso casi me asusta.
Siento que me ahogo cuando escribo.
Me tengo que recordar que me hace falta respirar: Inspirar, expirar, inspirar... coger aire y soltarlo. Parece como si ya no fuese capaz de coger las palabras y soltarlas en el papel. Parece que ahora sólo las desparramo. Ya no tienen sentido.

Tengo miedo de fracasar también en esto.
Como si hubiese fracasado en todos los aspectos de mi vida, aunque sepa que no lo he hecho. No he fracasado en mi relación, ni con mis amigos, tampoco con mi familia. No he fracasado con la carrera, ni con el trabajo, ni con el voluntariado. Estoy aprendiendo cosas nuevas lentamente, pero tengo miedo de olvidar las viejas.

Siento que ya no me conozco y que tengo que aprender a conocerme de nuevo.
Siento envidia del mundo interior de las personas a las que valoro, y añoro cuando mi mundo interior era tan grande que se me desbordaba por los poros de la piel. En algún momento del camino, sin embargo, mi mundo privado se ha vuelto privado incluso para mí. Parece como si algunas corazas hubiesen sustituido a otras y siento que hace falta algo, un empujoncito, quizá de mi parte, para echar esos muros abajo. A lo mejor la ayuda y el apoyo que estoy buscando nacen dentro de mí.

Pienso que no sé lo que estoy pensando, pero que sea como sea, fuera como fuere, ya no tiemblo. Mientras tecleo, ahora sí, me embarga una paz interior que me hace feliz. Quizá porque por un momento no busco la belleza y simplemente me he detenido a escuchar. A escucharme.
Es curioso lo que vas aprendiendo caminando. Es curioso que no haya otra manera de aprender.

La emperatriz de los sueños

1 comentario: