lunes, 30 de mayo de 2011



Casi me siento en paz. La música suena al fondo, en el trasfondo de mi propio ser, casi puedo sentir los acordes y danzar tocando las cuerdas de una guitarra creada a base de notas.
Siento fluir el ritmo mientras las mismas sensaciones me inundan. Casi, y sólamente casi, resulta irónico saber que eso mismo de siempre, es esa misma incognita que perpetuamente e incesantemente se queda a esperarme.

Casi siento ansias cuando no estas cerca, supongo que porque me haces bien, pero es tan extraño saber que cuando andas rondando la que se aleja soy yo.
Y no por miedo, no confundas, tampoco por confusión o engaño, supongo que porque me habituo a tí, igual que tu te acoplas a mis sentidos, en el fondo, sé que me acoplo a los tuyos. Formamos un buen equipo ¿sabes?.

Y me imagino como será cuando ya no te vea, y ¿sabes? me resulta factible.

No lo sé, supongo que en el fondo (y sin saber como) calaste en mi como pensé (y pensaste) no haría nunca nadie.
Supongo que me diste una oportunidad (una segunda, porque las primeras ya estaban dadas) y yo te di a ti otra, una bonita, brillante.

Así cruzamos la cuerda, de lado a lado y por encima, manteniendo el maldito equilibrio y desequilibrándonos.
Casi creí que había roto la soga, sólo casi. A punto (y sólo a punto) estuve yo de tirarme y de dejarte a ti danzando.
Supongo que se impuso mi cabezonería, las ganas de demostrarme que aún me importabas. No me equivoqué, me importabas, y me alegro.

Luego quisiste tirarte tú, quizá sólo estabas loco.
Pensaste mal, no te culpo (tampoco pretendo que entiendas), supongo que creíste que me tiraría contigo; supones mal, supusiste mal.

Sin ti hay futuro, lo siento. No te lo tomes a mal, en la vida nadie es imprescindible, al menos no del todo, pero a veces la gente importa y demasiado (y eso tú lo sabes bien).
Pero tú, amigo mío, hace tiempo te llevaste algo mío, de muy dentro. Algo bonito, algo sencillo... te llevaste una de esas amistades mías, que tan difícilmente se logran. Mis felicidades escalador, de veras, lograste mantenerte en la cuerda (como es debido), y eso conociendo mis vaivenés es una proeza.
Pero así es la amistad, y a veces, es bueno decir todo esto.

Por todo eso, nunca olvides que aquí me tienes. Gracias por todo.


La emperatriz de los sueños

No hay comentarios:

Publicar un comentario