lunes, 18 de julio de 2011

Nuestra eterna historia



Las risas quedaron colgadas en nuestro perchero del olvido. Igual que los sueños y la rutina.
Se quedaron en el fondo del armario, donde escondimos los secretos, sólo por si violaban nuestra privacidad y extendían las halas en medio de una conversación que fuese de ésas, una conversación de las fundamentales, de las que se cuentan en cuenta. Sí de esas... y en el perchero en el armario, más olvidado que el olvido.

Perdimos las ocasiones irremediablemente, porque la vida nos la jugaba (y bien jugada), una y otra vez, como en un dominó infinito que acabó dominándonos.
Los puntos se hicieron de sutura, y nosotros saltando, de punto en punto y de punta en blanco, de charco en charco, entre letras y palabras medio vacías y medio llenas.

Se quedaron las conversaciones, en algún lugar entre el armario, el perchero, el dominó y la absurda casualidad, se quedaron para recuperarse entre suspiros de cartas amarillas, una cada cinco años. Ya como tradición espiritual, colgábamos la gabardina en el perchero de nuestros suspiros y nuestra ropa más intima en nuestro armario sagrado, sólo por si descubrían de qué hablabámos y porqué lo hacíamos.

Pero todo esto no importaba, allí estaba el armario, con sus partidas de dominó, con sus cartas amarillas y con nuestros sostenes más íntimos, esperando ser encontrados, releidos, redescubiertos...
Y otra vez cada cinco años, en el olvido dominado por el absoluto descontento, porque la vida hubiese hecho de las suyas una vez más... por todo eso, ahí estábamos tú y yo, reescribiendo nuestra historia (una y otra vez...)

La emperatriz de los sueños :)

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