domingo, 12 de diciembre de 2010

Princesas



Cuando era pequeña siempre sabía lo que quería, hacía una lista larguísima y después seleccionaba con cuidado todos esos pequeños tesoros que yo deseaba con más fuerza y cariño obtener.
Siempre sabía qué quería, aún sin saber porqué, y después de todo llegaba navidad y bajo el árbol estaban esos pequeños tesoros.
Hoy creo que sé porque, había ilusión, por la vida, no sólo por la navidad, por las cosas, por ver mundo, por hacer cosas nuevas, por sentirse más mayor.
Cómo siendo pequeña, cuando aún no sabía ni leer ni escribir. Recuerdo que me pasaba las horas pintando, una princesa un corazón y un príncipe, un dibujo siempre similar que tras de sí tenía una larga historia, siempre nueva. Incluso cuando no sabía escribir, creaba historias, de amores y princesas, un amor que iba dibujándose en un papel y se sellaba con un corazoncito de color carmesí.

Cuando crecemos todo se va al garete, se pierde la ilusión por todo y se dejan de pintar estupideces y se vive el día a día, que resulta ser de lo más estúpido.

Hoy no he tenido buen día, como tampoco lo tuve el viernes, estoy desilusionada y con ganas de mandarlo todo a tomar vientos. Pero... a pesar de todo, sigo teniendo ilusión, aunque ya no pinte princesitas (más que nada porque no es algo que me guste , ya que no soy demasiado diestra en ello) sigo creyendo en las historias que ya antaño, con cinco años creaba, y que hoy en día una década después sigo creando y creyendo.

Y algún día, quién sabe, tal vez el príncipe llegue, aunque yo no sea el estereotipo de princesa común. No me canso de decirlo, todo cabe en un quizá... tiempo al tiempo

La emperatriz de los sueños

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