miércoles, 22 de diciembre de 2010

el tiempo se ha parado o soy yo que he comenzado a vivir a un ritmo incesante?


A veces siento como si el tiempo se hubiese parado y mi vida fuese un incesante deja-vu.

Pensar en esto me trae un recuerdo un tanto peculiar, de mi primera clase en este curso, con mi profesora de lengua. Recuerdo haber escrito la redacción más monótona de toda mi vida, y también como, para mi sorpresa la profesora me soltó una breve charla sobre la monotonía que me pareció no sólo de lo más sabia, si no también de lo más acertada y oportuna (necesitaba escuchar algo semejante, para sentirme un poco menos aburrida y menos peleada con mi incesante monotonía). El breve discurso decía así:

-Te darás cuenta que la vida no es más que la continua repetición de distintas acciones. Aún así la monotonía puede romperse, pero incluso de esa forma, en un intento incesante de romper con la repetición del día a día labramos una nueva repetición.

Hoy ese recuerdo me deja una sensación un tanto extraña y algo insípida (no sé si podría decir que me duele porque no creo que sea así en absoluto, pero sí me deja una especie de sensación pesada que no sabría bien como definir). Hace poco tuve una charla breve con esa misma personita, que a su modo tan especial me parece, que me defraudó profundamente; no sé si fue más por el sentimiento de defraude que yo provoqué en ella o por el sentimiento de decepción que provocó ella en mí. Creo que ambas nos hemos defraudado y eso me ha provocado, en parte rechazo hacia no sé, quizá el yo idealizado que tenía de ella por haberse roto, o quizá porque después de todo, tras estos dos años, no ha aprendido absolutamente nada de mí y a la larga yo de ella tampoco.

Ojalá supiese que de veras he estado pensando en que decir y como hacerlo, pero a veces las palabras simplemente no salen.

Creo que recordar que el tiempo se ha parado, como en aquella redacción de septiembre, me ha echo sentirme un poco triste y con un nudo en la garganta más o menos incómodo.
Y después de todo, esta entrada me demuestra que las cosas cambian mucho, incluso en lo referente a los lazos que nos unen a alguien. Algo a cambiado dentro de mi después de aquello, y aunque parezca que no, también dentro de ella.
Ojalá me salgan las palabras y vuelvan a moverse las manecillas del reloj; en cualquier caso, quizá sólo sea cuestión de ponerse a escribir.

La emperatriz de los sueños



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