Paseaba por la calle como un autómata descifrando (o tratando de descifrar) lo que a él sin duda le parecía un galimatías.
Escondía la mano tras la espalda (como el culpable tras lanzar la piedra) chasqueaba la lengua, con intención (quizá algo perversa) de darse a la fuga, y no aguantar la culpa. Creo que él rehusaba de ser culpable.
Así que entre ceja y ceja tenía escondido, el enigma que lo llevaría a un bar u otro (dependiendo de su sed de alcohol, que porqué no decirlo, iba en aumento) y lo apalancaría en una silla mientras dejaba las horas muertas pasar y el dinero en una absurda partida de Black Jack.
Así que siguió caminando, con la lengua medio seca, la mano tras la espalda, el dinero preparado en el bolsillo y el culo inquieto.
No solucionó nada. Se tiró por un absurdo puente y dejó de lado su absurda vida.
¿La sencilla respuesta?, él fue el gilipollas que rompió mi ventana, que me molestó con el chasquido de su lengua, que despreció mi tiempo y malgastó mi dinero. Y por si fuese poco, encima, me quedé sin cobrar.
La emperatriz de los sueños
P.D: Un sutil delirio jajaa
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