jueves, 13 de enero de 2011

libertad


-¿Qué me das a cambio de tu libertad?- preguntó el diablo tras una larga charla

-¿Qué quieres tu a cambio de ella?- preguntó la mujer, un tanto asustada.

- Tu alma- respondió él sin dudar.

-Si te entrego mi alma, me entregarás tu a mí la libertad que el hombre me negó? seré yo la única dueña de mis actos y de mi propia vida? No tendré que volver a "agachar la cabeza y dar media vuelta"? Podré cabalgar mi propio destino?. Si puedes darme eso, entonces mi alma será tuya- contestó ella con un matiz de esperanza en la voz.

-Yo no soy un hombre. Los hombres temen del infierno; hacen lo que pueden. Yo voy más allá, no tengo miedo a perder, porque en su día ya lo perdí todo; colecciono almas. Te daré tu libertad.

El demonio extendió ambas manos, y en sus palmas puso dos bolitas brillantes. Una de las dos luces, era oscura, cómo él. De su resplandor, escapaban briznas de la más absoluta oscuridad. La mujer tuvo miedo al ver el poder de esa "bomba de relojería", ahí descansando sobre la palma de la mano de un diablo. Apartó la vista resignada, con la cabeza gacha y la vista perdida. De pronto sus ojos se encontraron con la luz brillante, una luz cuyo resplandor era el de una promesa casi utópica.
-¿Qué son esas luces?

-Toca la luz oscura y así tu alma será mía. Toca la luz que sé te está cegando, y te daré tu libertad.

La mujer lo hizo sin demora :"ya no tendré que soportar, que me malinterpreten, que me juzguen, que se rían de mí, que me sometan, que me insulten, que me prometan utopías que no se van a cumplir. Ya no volveré a ser esclava de nadie."

La mujer, descubrió en su nueva vida, que ya nadie le podía alzar la voz, que sí lo hacían, era ella la que gritaba más aún. Descubrió, cenar a las tantas y no tener que esperar a que el hombre decidiese "que era hora de acostarse", era ella la que decidía si hacerlo o no. Descubrió salir el sol a la mañana, descubrió lo que era vivir sin miedo.
Y sin ni siquiera darse cuenta, se perdió a sí misma.
Había conseguido la libertad, sin darse cuenta de que sin alma no se puede ser libre.
Así que lloró por su alma, sin lágrimas. "Un desalmado no puede llorar" le decía una voz.
Así que lloró escondida, sin lágrimas... porque ya nunca podría ser realmente libre.

La emperatriz de los sueños

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