jueves, 24 de febrero de 2011

y una vez más tocas agua



Hoy aparece en mi vida un bote, ya agujereado, mástil roto, en un mar perdido por el cual hacía tiempo que no navegaba.

En otro tiempos este bote hubiese sido un salvavidas digno de reconocer como tal, hoy, apenas reconozco el bote (la esperanza del naufrago) que antes era.

Sin embargo, la vida como la conozco, me ha dado un revés (más) y el viento a cambiado de dirección, soplando la vela de mi navío y a chocado en el mar Pacífico con un bote nada pacifista.

Los cañones apuntando (sí un bote también puede tener cañones; pequeño pero matón), capitanes lanzando palabras punzantes ensamblando con la lengua viperina.

Y después de todo, y a pesar de lo mucho que me niegue a creerlo, me duele. Me duele que un salvavidas sea ahora un amargo problema.

Que haya conflictos fuera y dentro, y que el bote, no se de cuenta de que está vagando, bajo las órdenes del capitán, a una velocidad de infarto por un mar utópico en el que está completamente sólo.
Y el bote es feliz, pero es un bote. El capitán es feliz, el mar es suyo.

Pero llegará un día que aviste tierra y entonces el bote tocará hondo. Mucha velocidad y poco freno.
Sólo espero que Tierra sea amable con el capitán y que el barco de un capitán ajeno (mi barco) sea lo suficientemente noble de refugiar a quien en su día fue un tripulante más.

La emperatriz de los sueños


No hay comentarios:

Publicar un comentario