jueves, 28 de abril de 2011

El cantar de un pajarillo



Ni yo hubiese sabido qué decir, ni tú como escucharme.

Así decidí callar y no decir nada, mientras tu le hablabas a mis sentidos, y éstos, escuchaban cual caudillos atentos.

Arremetían tus palabras contra el viento, contra la linde del bosque... escudriñabas la mirada en busca de un tesoro oculto quizá bajo aquel abedul.

Me preocupaba darme cuenta de que no sabías qué tenías delante (a quién tenías delante).

Y mientras mi mirada se posaba en la rama de tus labios, y mi frágil cuerpo de pájaro volaba hasta el nido de tus brazos, en ese lapso de tiempo, tú hablabas, hablabas y hablabas... no obstante no decías nada.

No encontraste el tesoro porque no miraste al pajarillo de la rama más alta del árbol, te empecinaste en sus raíces y no volviste la vista.
Quizá la vida sólo quiso enseñarme que el único tesoro valioso en tu vida eras tu mismo, y quizá, también por eso hoy, tu eres mi más valioso recuerdo.

Así, guarda mi secreta melodía en sus ramas el lindo abedul, que me dio cobijo mientra tu aullabas de pena.

Yo siempre estuve allí arriba fiel a que tus pasos no se perdieran, a que aullases a la luna cuando ésta saliese; atenta a que encontrases a quién amar...

Jamás lo hiciste, te quedaste bajo el árbol empecinado en un tesoro que se encontraba arriba; quizá por eso te quise tanto.

La emperatriz de los sueños (en un bosque de ensueño :D)

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